RAFAEL HIDALGO


Ejercicio de la noche


Porque eres la noche oscura
que me cierra el camino
aquel que no atreví a cruzar,
alguna vez,
porque ahora eres el insomnio
que me tiene aquí
despierto a tus ojos,
aquellos que no pude ver.


Hoy solitario de ti,
en esta noche
que no eres tú, precisamente
aunque podrías …
extraño tu cuerpo
que mi corazón tomó
en sus manos.


Hoy en medio de la noche
mi cuerpo es un corazón
cerrado y muerto.
Y la noche más oscura aún
fragmentó el cielo,
rasgó mi piel,
mi piel que envuelta en ti
habitó ese preciso cielo
que se abrió tantas veces
en tus manos;
hoy, ajeno al calor de tu
cuerpo, en medio de esta noche
en la que no estás,
y yo, ausente de ti,
no pude atravesar la frontera,
ese hito imaginario que nos separa
y que pende frágil
como la vida y la muerte.


Así hoy me hallo,
pero no te hallo,
porque eres la noche oscura
y no precisamente
aquella que me cierra
el paso.
Porque en verdad, no eres
esa noche, sino el sueño
que en esa noche,
habita como un animal varado
en el desierto de tu nombre.




EL ORGANILLERO
Al fondo,  un organillero inclinado  sobre la pesada caja de su tristeza,
detuvo el ritmo apacible de su melodía
y la soledad es la única música que ahora  desprende.
La tarde sobre él es una afligida sombra que lo detiene
en la pared blanca de su sueño.
Sus  largas manos dejaron de sonar mansamente
apoyadas en su caja de gris  esperanza,
apenas su rostro efímero  bajo un sombrero
hace sobria la melancolía y las lágrimas.
La calle solitaria como única compañía,
El organillero  detuvo sus pasos
en la blanca pared de tu cuarto
entonces, solo tus ojos de implacable ternura
pudieron en verdad detenerlo
y su música invisible empezó
su  más hermoso canto.


POR LA TARDE
rafael hidalgo


AUSENCIA DE TI



Hay ahora un abismo

 en nuestras manos
 aquellas que una vez
 no siendo solitarias
 se cobijaron en ti.
 Y entonces, el calor
 fue instantáneo y único.
 Hoy ausente de ti
 estas manos no  hallan
 calor y  en medio
 de la noche se visten
 de vacío.
 Hoy ausente de ti
 el  cielo me cubrió
 en su manto negro
 de  desamparo.
 Hoy ausente de ti,
 solo tu voz sobrevive
 sobre mi voz  tristísima
 que no te halla.
 Hoy bajo ese cielo que alguna vez
 nos envolvió en el malecón
 cuando el mar era de nosotros,
 veo ese mar desheredado.
 Ahora ausente de ti
 no puedo hallar tu nombre,
 tu nombre que se labró
 en mi pecho, pecho
 que en las noches se tiende
 en la niebla  aquella
 que alguna vez nos extravió.
 Hoy ausente de ti
 no hay más tregua
 sobre mi horizonte,
 me hallo solo
 sobre el boulevar
 en la misma banca
 en la que  te hallé,
 tan solo  por si decidieras
volver  a mi sueño
 una vez más y
definitivamente.
rafael hidalgo




MADRES
a mis abuelas Felicia y Lucila


Lentamente quiso el tiempo acariciar tus ojos
tus cabellos blancos llenos de humildad
tener acaso tu perenne constancia en lo más alto,
abrazar la distancia triste, la lágrimas pequeñitas
como un leve invierno sorprendiendo la claridad azul
así tan pronto perdida, los sueños marchados
los sueños más puros alejados de su belleza,
la morada perfectamente extendida bajo el cielo de Canta
donde abriste tus manos tantas veces para tenernos y
entregarnos el inédito paisaje de tu infinito corazón,
quiso el tiempo, entonces, dolerte
vulnerar tu desvelo, alcanzar tu bondad,
tener tu sombra.
Quiso el tiempo tener tus ojos.
Y sobre esta tierra frágil fue el alba un árbol nocturno
un silencio librado y muerto.
Aun cuando el sonoro himno de la campana
nos llame desde lejos, aun cuando tus pies
ya no toquen el pasto frio de los campos labrados por la aurora
y nuestros cuerpos esten abandonados
y más débiles
vendra entonces sobre este espacio inmóvil
como un sueño tu canto más tierno
para hacerse de la oscurdiad y resarcirnos.
Rafael Hidalgo




DETRÁS DEL MURO / TRAS LAS PAREDES

Porque tal vez hoy te encuentre
en este tránsito sin luz
con estas ganas de seguir golpeando las paredes
arañando las sombras
que se arrojan/ o huyen en las calles
que se parten a nuestros pasos
o girando alrededor de un poste
como un reloj que ha perdido el tiempo
y la mañana que cae violenta sobre nuestros cuerpos
que nada buscan
o que buscan y que nada encuentran
en esta ciudad del miedo
que te atrapa y te aniquila
en esta urbe atroz que sólo enseña a morir
o a ser violentos.
Y los años se precipitan torpemente a nuestras caras
a nuestras manos
y ya nos somos los mismos
tu fuerza no es la misma, todo es distinto.
La soledad se deposita en nuestras casas
en los cuartos donde ya nadie espera
el silencio y el vacío copulan interminablemente
todos los días.
Tendidos en la hierba de un parque
como muertos a los ojos del mundo
perdidos para siempre
poseídos por un extraño placer
en donde no hay lugar
para amar la belleza que se destruye
la soledad que te late,
incontenible para el tiempo que transcurre...
Esta mañana acaso es distinta a la de ayer
a cualquier otra mañana en que embriagados
contemplábamos las cosas
la imposibilidad de vivir/ de cara al Sol
y bebíamos los días incansablemente
tendidos en la calle
sin nada ni nadie que entienda
estas ganas de seguir por inéditos mundos
de atravesar los muros oscuros de la eternidad
en donde los golpes ya no nos duelan
y el tiempo no exista.


 
Porque sólo soy un oscuro cuerpo escondiéndose
un leve movimiento tardando en perderse inútilmente
una mirada vacía volviendo a perderse como las palabras
que no contemplo, las palabras que no digo
porque perteneces al cuerpo de la irrealidad
de un extraño sueño en el que puedo encontrarte
como quien ve el horizonte en el que permaneces
en la exacta dimensión de tus movimientos continuos
como olas marchándose de las manos de tus manos
reverberando nuevos presagios en el que soy
una inútil caída, un silencio prolongado en el acantilado
de una realidad olvidada y equívoca.
Y tú perteneces al reino de lo innombrable
aquel que fue creado sólo para pertenecerte
transfigurando los enigmas, los misterios sucesivos
sobre los cuerpos donde todo se vuelve lejano
como el límite de esta realidad que nos separa
que descubre los pasos ya dados, las imágenes construidas
en la oscuridad de nuestros actos que ya no son símbolos
para abolirse ni para sorprenderse
ni para oír cómo una estéril música posee
un mismo impulso, un solo discurso fluyendo
alternadamente frío como una tarde interrumpida
por una voz que reconocemos porque es verdadera
y cautiva nuestras últimas creencias,
la frágil comunión.
Tú posees el reino, los rasgos perfectos
jamás olvidados, el secreto de los abismos,
la revelación de los ritos propagándose como una certeza
implacable sobre las sombras inmóviles que nos acosan
y no es ajeno el brillo del paisaje que nos rodea
el brillo ineludible de nuestro corazón.
CERTEZA

Como aquel que aguarda en el interior
alejado sencillamente de las palabras que inútilmente
sobrevuelan
un aire asfixiado y monótono imperecederamente
se desliza a puntillas e intenta
coger su cuerpo o parte de él que fijamente yace
como una tristísima roca
y no hay oleaje que lo golpee o fuego que lo consuma
ni menos tiempo que lo deteriore.

Y es así como permanece estático y nocturno
como una sombra hendida en el lomo abandonado
de algo que pudo ser distinto pero no sobrevivió
a sus huellas, al canto propicio de los pájaros;
pero esto no es nada más que lo aparente,
lo que erráticamente se cree al verlo
entre las sombras o bajo la luz inédita
de las mañanas que asaltan sus párpados cerrados
sus párpados abrasados por el verano
tienen intacta la belleza de los que imperturbablemente
habitan el silencio y poseen la angustia como quien
posee la certeza de vivir,
sin parecerlo.


IRREALIDAD

MUERTE

PERFORMANCE
RAFAEL HIDALGO OSORIO

PROFECÍA
a Sarah Ellen

RAFAEL HIDALGO



Ave nocturna has viajado
cándida y grandiosa como el rumor
de un viejo árbol
entre los vientos desesperados
Tersa y pura has flotado
Larga y silenciosa
Por las barcas fúnebres
De la desolación.

Ochenta años después has vuelto
Y nunca imaginaste que sería
En esta tierra, en esta tierra
De vivos y de muertos
Frente al mar,
Al sur de todos nuestros
encuentros.

Amo el color blanco de tus mejillas,
La espléndida pasión
De tu cuello desnudo,
La bondad amarilla de tus cabellos,
La profundidad del río rojo
De tus entrañas exploradas
A medianoche en Blackburn.

Loca y fiel discípula del amor
Te he esperado ebrio
Como un ángel sombrío.
 


PANORAMA DE SOLEDAD


Porque amo tercamente el vaho gris de mi soledad
no puedes estar conmigo
porque nadie como yo ha sentido
el dulce peso de la muerte sobre los sueños
hacedora de los abismos de los siglos
que nada me dicen
que no me acompañan en el desvarío de las noches
en estas ganas absurdas de estar vivo
de merodear las vías de la existencia
de traspasar sus paredes
y estar solo nuevamente
completamente feliz
tendido en la arena del mundo
acariciando
siendo tocado por el frío viento de la realidad
aquella que me pasma
sus infinitos laberintos
aquella que no olvida su silencio
la tensa espera de su fuerza
que no me margina
que me busca en la oscuridad de las cosas
apartado
vigilante de las horas
del tiempo
del tiempo que pasa estéril
de lo vivido
viajero sin fin
sin más destino que el de la propia soledad
centinela del silencio
aquí estoy
hastiado en los pies del mundo
embriagado de su instinto
de su perversidad
nada me conmueve
aquí estoy
habitante de la nada
poblador de tierras baldías
en cuerpo y alma arrojado en los abismos sin luz
abandonado en la orilla
con la vida y la muerte sobre la espalda.

No tengo corazón y he resucitado
mis ojos te ven, mis ojos te clavan ¡Oh cuerpo!
mis manos son largos paraísos donde no hay dioses,
ni edad, ni Sol demasiado lejos que corrompa nuestras entrañas;
ángeles perversos e imbéciles, no he muerto, no moriré
porque soy lo que niegas, lo que no quisiste ver, lo que no eres
y he regresado para saciar mi sed y devorar tu cuerpo
allá lejos entre las montañas sin oír tu voz, sin un grito espantado.
Te he contemplado y no eres más que una gran tristeza
rondando estas tierras, este único y solitario suelo
arrojándonos, partiéndonos desde el instante en que llegaste
a esta parte del horizonte o a este lado de mi cuerpo
que no te pertenece, que no te perteneció.
Inicio la batalla, te he derrotado y te doy muerte
ningún sueño pudo revelarte el día
ningún aire espeso anunció el final
ni este asalto implacable a tu rostro
nada pudo más penetrarte que este fuego salvaje
o este golpe seco en tu mirada donde nunca nos reconocimos.
Extraños animales de presa hemos caído sin olernos
sin saber de nosotros, sin tatuar nuestros pechos
o nuestros lomos, ninguna señal que nos uniera
sino esta infinita e inclemente sombra estallándonos.


Cuando un árbol se inclina adormecido
sobre un muro que se yergue antiguo y cansado
entre las luces difusas de la noche,
La memoria corre y desaparece al filo próximo
o se expande en la brea muerta de las calles inconexas
donde se percibe el destino natural de los que irrumpieron
la realidad o sólo oyen pavorosamente
el ruido nítido y salvaje de las ratas al perderse en las alcantarillas
de una ciudad que no es mía o entre las sombras
de un último peso transparente o caótico
como un puerto ardiendo entre las aguas
de un fétido resplandor donde sólo caen los que no cruzaron
los que no se atrevieron a ver los fantasmas del abandono,
los restos de un tiempo inferior zarpando
o acaso fluyendo sobre todas las cosas posibles
como un ejército maldito invadiendo
las cabezas muertas del espacio.

Hoy, en medio de la tarde,
tus palabras fueron un crepúsculo,
que incendió mi cuerpo,
cerca al mar ausente,
mi extraño cuerpo inerte,
mi voz más ausente aun
a tu voz,
solo
el crepúsculo, acaso amarillo,
cayó sobre la tarde,
incendió mi cuerpo
horadó mi corazón,
y el vacío, entonces,
hizo de mí
 un  extraño ser
que no reconozco,
un  extraño animal varado
siilencioso,
herido,
mutilado
solo.








EXTRAÑO CREPÚSCULO


La tarde
tiene un crepúsculo extraño
y es extraño este momento
en que solitario de ti,
el mar amarillo del cielo
ha tomado tu cuerpo
entre árboles y hierba,
entre seres que pasan
invisibles a los ojos,
a la luz,
que hoy dejamos caer
develada y sorda
sobre el pavimento gris
de nuestro sueño
sueño quebrado
y sin paraíso,
sueño que un día abracé,
cuando el alba
tenía el color de esa flor
que atrapaste alguna vez
y hoy entre mis manos
se hace nada,
flor que tenía
el aroma de tus manos,
tus manos de aire
de brisa suave
del mar que te devuelve
del mar que ahora duerme
insomne  sobre mi pecho
como este recuerdo
que me encalla en ti.







MEMORIA DE TU VOZ


Oigo tu voz que viene desde el mar
 distante y dolorosa atraviesa el malecón
 y el amarillo de tu cielo cae en el atardecer
 como ave en el paraíso desmoronado
 así tu voz desgajó mi cuerpo
 desnudo y callado estalló el vacío
 ante tus ojos que son un mar profundo
 que ahora viene con el eco de tu voz
 que cala el corazón, que cerca el camino
 de tu piel transparente,
 de mi piel huérfana de ti
 sobre el pavimento de las calles
 a ciegas y sin refugio
 ni el olor de la flor blanca que se abrió
 en tus manos, tus manos extendidas
 como líneas amarillas en el asfalto
 que tus pasos transitaron
 desorientados, dibujando los míos
 como quien ciego a la luz
 sigue el golpe de sus latidos,
 latidos que nos llevan por medio
 de la calle, calle que se abre
 como un río dorado en tus cabellos,
 cabellos que son un río dorado
 bajo el cielo velado de Lima.
 Así, solitarios transitamos
 sin que nos aniquile la incertidumbre
 y el temor de verte partir,
 lejana y sola.
 como ahora que atraviesas
por esas mismas calles:
tu cuerpo transparente
de Luna.
Luna que prendí
( y perdí)
en mi cuerpo,
 cuerpo aniquilado,
 desértico y sin paraíso.


RAFAEL HIDALGO












En la otra margen


Alejado de ti
a la otra orilla de tus ojos
ojos que no me quisieron ver más,
sino en la otra margen,
oscura imagen del olvido.
Desde aquí, no hay horizonte claro
ni sueño,
sueño que un  día fue abrazado
por nuestras manos
como quien acariciaba el paraíso
y las aves que alguna vez contemplé
en su vuelo alucinado,
concebían tu nombre.
Nombre que hoy me asalta
en la noche insomne
donde no hay más señal de ti,
señal que amé en el horizonte
de tu cuerpo.
Hoy, en la otra margen
que formé
a la orilla de tus ojos
que no me ven más,

tus ojos de aurora en medio
del fuego de su aura,
del fuego de tus palabras,


que dicen ahora, que nada existió,
palabras  que así de pronto
borraron el cielo,
palabras que  desaparecieron el mar,
el mar que alguna vez vimos perderse
en unas islas lejanas
islas  que alguna vez logramos alcanzar
en el verano.
Hoy  la oscuridad
de  la noche,
irrumpe mi cuerpo
ausente de ti,
desamparado e inerte de ti,
y entonces solo,
en medio de aquello
que ahora no es nada,
sobrevive

mísero, vacío,
callado,roto,
el vago recuerdo

de lo inexistente.
Rafael Hidalgo


En la otra margen


Alejado de ti
a la otra orilla de tus ojos
ojos que no me quisieron ver más,
sino en la otra margen,
oscura imagen del olvido.
Desde aquí, no hay horizonte claro
ni sueño,
sueño que un  día fue abrazado
por nuestras manos
como quien acariciaba el paraíso
y las aves que alguna vez contemplé
en su vuelo alucinado,
concebían tu nombre.
Nombre que hoy me asalta
en la noche insomne
donde no hay más señal de ti,
señal que amé en el horizonte
de tu cuerpo.
Hoy, en la otra margen
que formé
a la orilla de tus ojos
que no me ven más,

tus ojos de aurora en medio
del fuego de su aura,
del fuego de tus palabras,


que dicen ahora, que nada existió,
palabras  que así de pronto
borraron el cielo,
palabras que  desaparecieron el mar,
el mar que alguna vez vimos perderse
en unas islas lejanas
islas  que alguna vez logramos alcanzar
en el verano.
Hoy  la oscuridad
de  la noche,
irrumpe mi cuerpo
ausente de ti,
desamparado e inerte de ti,
y entonces solo,
en medio de aquello
que ahora no es nada,
sobrevive

mísero, vacío,
callado,roto,
el vago recuerdo

de lo inexistente.

Rafael Hidalgo








2 comentarios:

josé aguirre dijo...

ya pues, Solito, publica. He leído tus textos, después de tiempo, y sí compadre hay harto talento. disculpa, compadrito, que lo lea de tiempo pero estoy en eso llenándome de literatura para abrir la brecha de la aurora y mi poesía fluya.

josé aguirre dijo...

ya pues, Solito, publica. He leído tus textos, después de tiempo, y sí compadre hay harto talento. disculpa, compadrito, que lo lea de tiempo pero estoy en eso llenándome de literatura para abrir la brecha de la aurora y mi poesía fluya.